Pero si hubiera que destacar alguna de sus virtudes humanas sobre las demás, yo destacaría su dedicación a los más desvalidos, a los inmigrantes en general y, dentro de estos, a los sin papeles. Y no lo hacía ni como sacrificio ni como obligación, sino como algo natural, pues ella pensaba que todos somos iguales tienen derecho a compartir de lo que tenemos y ellos no tienen.
Para ellos siempre tenía una palabra amable de consuelo, de ayuda profesional o incluso económica, si la ocasión lo requería. Ante cualquier iniciativa o proyecto para mejorar su situación en España o en sus pueblos de origen, siempre estaba dispuesta a prestar su colaboración desinteresada.
Por su labor con los inmigrantes de Filipinas, en Murcia, el Consulado de aquella nación le concedió una distinción, en agradecimiento por la ayuda prestada.
Y en 2013, las autoridades de Senegal colocaron una placa conmemorativa en un colegio en memoria de la Doctora María Teresa Vicente Santos, agradeciéndole su labor social con los nativos de aquel país en España y su colaboración en la creación de huertos-escuela para niños, en los que trabajan las madres con la finalidad de alimentar a sus hijos con los productos conseguidos y así puedan ellos seguir estudiando y un Centro de Salud, que lleva su nombre, en la región de Louga.
En nombre de todos cuantos tuvimos la suerte de conocerte y tratarte y que hemos sentido la brisa fresca de tu sonrisa y tu bondad, gracias y hasta siempre, Maritere.
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