En el Archivo diocesano de Salamanca se conserva el libro de actas que abarca desde el año 1669, siendo beneficiado (párroco) de La Peña D. Francisco Triguero, hasta el año 1774. La primera mayordoma el año 1669 fue María Herrero.
Entre los gastos en aceite, candeleros, cera, paños, esterillas, sayas y vestidos para La Virgen y rosarios, destacan los gastos por la compra de “dos tamborinos (sic), o (tamboriles) con dos gaitas y cuatro cuerdas”.
Entre los gastos en aceite, candeleros, cera, paños, esterillas, sayas y vestidos para La Virgen y rosarios, destacan los gastos por la compra de “dos tamborinos (sic), o (tamboriles) con dos gaitas y cuatro cuerdas”.
La cofradía celebraba la fiesta del día de La Boda ( seguramente la fiesta de las Madrinas que se celebraba el primer domingo de octubre). Era el día en que había que ofrecer a la Virgen siete celemines de centeno, doce de trigo y veinte reales. La cofradía, además, ofrecía fruta, lino y otros productos, más doce reales.
La cofradía percibía las rentas de una casa que tenía a nombre de La Virgen del Rosario y de un buey, arrendado, por el que cobraba 165 reales. Otros ingresos procedían de las limosnas, en dinero o en especie, que recibía de los devotos de la Virgen, como de las ventas de queso que ofrecían los donantes.
El año 1772 por la venta de un buey a Miguel Herrero, de Almendra, percibió 19 ducados, dinero que se empleó para comprar un novillo ( posiblemente un semental) que les costó 18 ducados, siendo mayordomo Francisco Sirguero.
La devoción a la Virgen del Rosario estaba muy arraigada entre las personas del lugar, de manera que siempre tuvo muchos cofrades, hasta sesenta a finales del siglo XVII, sin contar mujeres y niños.
Imagen de la Virgen
del Rosario llevada en procesión, acompañando a Santa Isabel hasta su ermita.
El mes de octubre era el mes del rosario, por lo que casi todo el pueblo acudía a la iglesia por las noches a rezarlo, después del toque de oración. Y si no se podía asistir, las familias solían rezarlo en sus casas.
Hasta los años 80 se celebraba con gran solemnidad, en honor de la Virgen del Rosario, la fiesta de la Madrinas, el primer domingo de octubre. Cada año eran madrinas dos señoras casadas y dos jóvenes solteras, por turno establecido, que debían ofrecer a la Virgen, en nombre del pueblo, los productos de la tierra: calabazas, grano, vino, hortalizas, etc. Era una fiesta de acción de gracias a la Virgen por los beneficios y frutos recibidos.
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