En la calle Santa Isabel está inscrita la fecha de 1782 en la puerta de una casilla y que los más antiguos del lugar cuentan que fue la cárcel del pueblo. El molino del Pozo Patetas es, probablemente, también del XV o XVI; es, seguramente, el más antiguo y estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo pasado. Los del Regato las Llosas, llamados de Juan Blas y del tío Benito, deben ser de finales del siglo XVII; en 1753 no estaban en uso, y no se mencionan en el catastro del Marqués de la Ensenada
Los puentes sobre las riveras son de primeros del siglo XX, excepto el del camino viejo de Pereña que es anterior. Una casona o antiguo palacio situado entre la iglesia y la escuela antigua, en cuya fachada lucía su escudo hasta mediados del siglo pasado, pertenecía a la familia Sendín de Villarino y hoy a sus descendientes en el pueblo.
Más antiguos, sin duda, son los pontones y ”las puentes” sobre la rivera y los regatos, que bien pueden remontarse muchos de ellos hasta los orígenes de nuestro pueblo como las puentes de El Chorro y de La Fuente la Poza. La construcción de mayor antigüedad, y más valiosa que se conserva en el pueblo es, sin duda, la Fuente La Poza que puede remontarse a la alta Edad Media o incluso a la época romana.
Quizá tan antigua fuera también La Fuentita, destruida con la pavimentación de la calle y otra en La Grijuela, que se cerró para llevar el agua al caño. Había y hay otras muchas fuentes en el lugar y en el término, como las dos de El Egido ya destruidas, las del Roble, Las Majaítas, el Herbatú, Las Navetas, Valle la Encina, la de Mataquemada y la de San Juan, ambas desaparecidas, Cobaverde, el Fontanal, los Carbizales, Valrabroso, Campo Mediano, etc., de difícil datación.
“Fuente La Poza ”,
Importante manantial que surtió de agua potable
a todas las generaciones del pueblo,
hasta que se llevó agua corriente a los hogares
Diseminadas por el término, quedan todavía casetas de piedra, algunas muy antiguas, que se remontan a tiempos inmemoriales y que hoy apenas prestan servicio alguno. Pero sería una torpeza que estas pequeñas y humildes construcciones, obra de nuestros antepasados, por no tener hoy tanta aplicación como antaño, desaparecieran por la incuria y el abandono de los amos de las fincas donde se encuentran tras la división parcelaria .
Y peor sería aún que, sin motivo alguno, sólo por inconsciencia, se las destruyera. Durante muchos años y siglos, han estado ahí jalonando el paisaje de nuestro término, formando parte de él como testigos silenciosos del quehacer laborioso de nuestros antepasados y remediando no pocas necesidades.
Una forma de honrar y reconocer la memoria de los que nos precedieron consiste en respetar sus pequeñas obras, fruto de sus afanes, que quedaron para la posteridad y que dan testimonio de una forma de vida ya pasada y forman parte de la historia y del paisaje del pueblo.
Caseta que se conservaba en buen estado hasta hace poco en La Llaga. Seguramente
es una de las más antiguas, cuya construcción se remonta a tiempos inmemoriales
Otro tanto sucede con las paredes de muchas fincas, sustituidas por alambres de espino o simplemente haciéndolas desaparecer por motivos de una rentabilidad muy dudosa, a veces nula o muy escasa.
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