Tanta estima tenían los reyes leoneses, y después los castellanos, por la ganadería que la consideraban aún más importante que la agricultura. La lana era un bien preciado en los mercados nacionales y extranjeros, por ser la materia prima por excelencia para confeccionar todo tipo de géneros.
En los nuevos asentamientos, y en los ya existentes con anterioridad, se dejaban terrenos sin roturar para el pastoreo, llegando los propios reyes a tomar la ganadería bajo su protección especial, dictando leyes y privilegios que la favorecieran.
En 1273, el rey Alfonso X El Sabio aglutinó y organizó la Mesta, como se conocían las asociaciones de ganaderos, con nuevas leyes e instituciones administrativas, con el fin de solucionar los problemas habidos con los agricultores, regular la trashumancia y favorecer el aumento de los rebaños.
Como consecuencia de esta predilección, no se podían cercar las fincas para que el ganado pastara libremente. Sólo se podían vallar por concesión real y las que se hallaban en los alrededores del pueblo para trabajarlas como huertos familiares.
Estas normas prevalecieron hasta finales del siglo dieciocho, en que por disposiciones de los reyes Carlos III, del 15 de junio de 1788, y de Carlos IV, del 24 de mayo de 1793, se facultó a los agricultores a “cercar las posesiones o terrenos sin necesidad de concesión especial”.
Posteriormente, el 8 de junio de 1813, las Cortes de Cádiz sentarían definitivamente el principio de que, en adelante, todo propietario pudiera cercar y vallar sus propiedades libremente.
Dadas las características del terreno, desde siempre los habitantes de La Peña se dedicaron también a la labranza, y sobre todo a la ganadería. Testimonio de esto último son las casetas, arrimaderos, pocilgas, corrales para ovejas y cabras y chiqueros para los corderos y cabritos, muchos de ellos ya muy deteriorados o desaparecidos.
Es probable que la denominación “Hoja del Mestro”, derivación vulgar de mesto, tenga su origen en la palabra “Mesta”, haciendo referencia a la asociación de pastores y ganaderos de la época medieval y, por tanto, a terreno de pastos comunales.
Algún tiempo, en el siglo XVIII, por los años 1753, el término del pueblo estuvo dividido en cuatro hojas: del Mestro, del Monte, Mata del Sancho y del Valle de la Encina, según documentación sacada del catastro de La Ensenada, citada por Manuel Martín Casado( q.e.p.d.), en un estudio sanitario y epidemiológico de La Peña, de gran interés (6).
Teniendo en cuenta lo dificultoso del terreno para la labranza, es probable que casi todo el término que abarca esa Hoja estuviera sin roturar, sobre todo del otro lado de la rivera y el Madroñal, igual que ahora, dedicado al aprovechamiento de la ganadería.
De hecho, la zona del Sierro se roturó durante el primer tercio del siglo pasado, siendo todo él una zona valdía, llena de matorrales, escobas .y robles, tan espesos, que se perdía de vista el ganado cuando se internaba allí, como recordaban hasta hace pocos años los más viejos del lugar.
Chiquero que se conserva en La Llaga , donde los pastores y cabreros, en su ausencia, durante el día, guardaban los corderos y cabritos al nacer para que no los atacaran las alimañas del campo. Había varios en la hoja de Abajo y de El Mestro, en las majadas donde pasaban las noches las ovejas y las cabras. Durante la noche los sacaban para que los alimentaran sus madres. La puerta la cerraban con una piedra grande
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